He probado: Radiofrecuencia facial

Como ya os comenté hace un par de semanas, mi marido me regaló por mi cumpleaños un bono para hacerme tres tratamientos faciales. El primero que me hice, y que ya os expliqué, fue un peeling con punta de diamante (podéis recordarlo aquí) y que me dejó la piel genial y preparada para que cualquier crema o tratamiento posterior penetrase más allá de la epidermis.

Pues bien, este fin de semana me he dado el segundo tratamiento; en esta ocasión Radiofrecuencia facial. Como en la anterior ocasión, acudí a un centro de estética cercano a mi domicilio y, lo primero que hicieron, fue limpiarme la cara y secarme. Me pidieron que me quitase los colgantes y pendientes y me colocaron una placa en la espalda para evitar que la radiofrecuencia me diese calambres.

A continuación, me aplicaron con un pincel un aceite por todo el rostro y comenzaron a aplicarme la radiofrecuencia con un aparato que emitía un pitido y, al mismo tiempo, me aplicaba un ligero calor en el rostro.

¿Qué es lo que se consigue con este tratamiento? Elevar la temperatura del tejido conjuntivo mediante ondas electromagnéticas, provocando la regeneración y producción de nuevo colágeno y elastina, consiguiendo así rejuvenecer la piel del rostro y haciendo desaparecer las pequeñas arrugas.

Mi opinión: Con sólo una sesión, mi piel se ve más luminosa y las pequeñas arrugas del contorno de ojos y boca han disminuido tanto que casi no se aprecian. Además, está mucho más suave. Y eso con solo una sesión y de forma inmediata; es decir, nada más salir del centro de estética.

La sesión dura, aproximadamente, 45 minutos, y tiene un precio de entre 30 y 50 euros por sesión (dependiendo del centro de estética).  Y a ver en qué consiste el tercer tratamiento, que me daré dentro de un par de semanas, porque me va a quedar la piel como hace veinte años (jajajaja).